
Sexualidad en posmenopausia
Mar 01, 2025
La menopausia trae consigo una avalancha de mitos y verdades a medias que nuestra sociedad ha perpetuado durante generaciones. Entre las falsedades más persistentes se encuentra aquella que sugiere que, al llegar a esta etapa, las mujeres experimentamos una inevitable disminución —o incluso extinción— de la líbido. Como mujer que ha cruzado este umbral, puedo afirmar con convicción que estamos ante uno de los grandes malentendidos de la salud femenina, un malentendido con profundas raíces patriarcales.
La Gran Verdad que Nadie Menciona
Lo que realmente ocurre durante la menopausia no es la desaparición del deseo, sino un despertar de verdades largamente silenciadas. Es como si la naturaleza, en su infinita sabiduría, decidiera que es el momento perfecto para confrontarnos con una realidad que quizás siempre estuvo ahí, pero que pudimos ignorar mientras nuestros cuerpos se adaptaban a modelos de placer diseñados por y para otros.
Contrario a lo que se nos ha hecho creer, la sexualidad femenina nunca ha sido principalmente física, sino una compleja interacción psico-emocional. Para que una mujer se excite plenamente, necesita ser estimulada primero en su mente, no exclusivamente en sus genitales. Y esta dimensión —profundamente conectada con nuestras emociones, fantasías y vínculos— permanece intacta independientemente de nuestros niveles hormonales.
Ciertamente, la menopausia trae consigo cambios físicos innegables. La disminución de estrógenos puede provocar:
- Menor elasticidad vaginal
- Reducción en la lubricación natural
- Adelgazamiento de los tejidos
- Mayor sensibilidad que puede derivar en molestias
Pero estos cambios fisiológicos no equivalen, en absoluto, a la pérdida de nuestra capacidad para experimentar placer. De hecho, el clítoris —único órgano del cuerpo humano cuya función exclusiva es proporcionar placer— mantiene intacta su sensibilidad y capacidad a lo largo de todas las etapas de nuestra vida.
Aquí es donde la menopausia nos enfrenta a una inquietante posibilidad: ¿y si el modelo sexual dominante al que nos hemos adaptado durante décadas nunca fue realmente el que más nos satisfacía?
La sexualidad rápida, centrada en la penetración, con escasos preliminares y enfocada principalmente en el clímax masculino, representa un paradigma que quizás hemos aceptado sin cuestionar. La menopausia no nos roba el deseo; nos devuelve la honestidad corporal. Nuestro cuerpo, ahora menos tolerante con prácticas que nunca nos satisficieron plenamente, nos envía un mensaje claro que ya no podemos ignorar.
Como he compartido con mi círculo íntimo, y como muchas mujeres me han confesado, lo que realmente ocurre es que la menopausia reduce drásticamente nuestra capacidad para complacer a costa de nuestro propio placer.
Las razones detrás de la supuesta "pérdida de deseo" son múltiples y complejas, pero rara vez tienen que ver con una disminución real de nuestra capacidad para experimentar placer:
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Revelación tardía: Muchas mujeres finalmente reconocen que la sexualidad que practicaban nunca fue verdaderamente satisfactoria.
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Fin de la complacencia: La disminución de estrógenos parece venir acompañada de una menor tolerancia hacia experiencias sexuales mediocres o insatisfactorias.
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Revalorización de prioridades: Las mujeres post-menopáusicas suelen valorar mucho más su paz y no están dispuestas a sacrificarlo por encuentros sexuales que no aporten verdadero placer.
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Presión social y estereotipos: El bombardeo constante de mensajes que sugieren que ya no somos deseables o que la sexualidad pertenece exclusivamente a la juventud termina por generar una profecía autocumplida.
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Falta de exploración previa: Si no hemos desarrollado un conocimiento profundo de nuestro placer antes de la menopausia, puede resultar más desafiante empezar a explorarlo en esta etapa.
Curiosamente, mientras la sociedad asume que estamos entrando en una fase de "retiro sexual", muchas mujeres experimentamos justamente lo contrario: un despertar hacia una sexualidad más auténtica y liberada.
Como señala la reconocida Dra. Christiane Northrup en su extenso trabajo sobre salud femenina, numerosas mujeres descubren una sexualidad más plena después de la menopausia. Libres del miedo al embarazo no deseado, con un conocimiento más profundo de nuestros cuerpos y con la madurez necesaria para comunicar lo que realmente deseamos, esta etapa puede convertirse en una de las más gratificantes sexualmente hablando.
Si hay algo que caracteriza a la mujer post-menopáusica es una creciente tendencia a priorizar su bienestar y a liberarse de cargas innecesarias. El placer —sexual y no sexual— forma parte integral de nuestra salud en esta etapa, pero requiere una redefinición consciente.
Algunas prácticas que he incorporado a mi vida y que han enriquecido profundamente mi experiencia post-menopáusica incluyen:
En el Ámbito Sexual:
- Intimidad sin expectativas: Encuentros donde la penetración no es el objetivo final sino una posibilidad entre muchas, pero donde si hay una conexión emocional profunda.
- Exploración sensorial: Descubrir nuevas zonas erógenas y formas de estimulación adaptadas a mi sensibilidad actual. Todo nuestro cuerpo es un objeto erógeno.
- Autoplacer consciente: Utilizar herramientas como huevos de jade o varas de placer para mantener la tonicidad vaginal mientras exploro mi propio placer ¡sin presiones externas!
- Comunicación explícita: Expresar abiertamente mis necesidades y límites, construyendo experiencias verdaderamente satisfactorias.
Más Allá de lo Sexual:
- Rituales de autocuidado: Masajes, baños aromáticos, y momentos de conexión con mi propio cuerpo.
- Experiencias sensoriales: Desde bailar con mi ropa favorita hasta disfrutar del contacto del sol en mi piel.
- Viajes y nuevas experiencias: Alimentar mi alma con descubrimientos que expanden mis horizontes y me conectan con el placer de vivir.
- Comunidad y conexión: Compartir experiencias con otras mujeres en situaciones similares, creando espacios de validación y aprendizaje mutuo.
Si eres una mujer que aún no ha llegado a la menopausia, te invito a comenzar un viaje de autodescubrimiento sexual antes de enfrentarte a esta transición. Investiga, explora y aprende qué te brinda verdadero placer, independientemente de los modelos sexuales predominantes.
Si ya te encuentras en plena transición menopáusica o la has superado, permítete redescubrir tu sexualidad sin juicios ni expectativas predefinidas. Lo que pudiste haber aceptado durante décadas quizás ya no te sirva, y eso está perfectamente bien. Es el momento de reimaginar tu placer en tus propios términos.
La menopausia, lejos de ser el final de nuestra vida sexual, puede representar el inicio de una de sus etapas más auténticas y satisfactorias. No es una cuestión de "recuperar" lo que éramos antes, sino de descubrir quiénes somos ahora —con toda nuestra sabiduría, experiencia y autoconocimiento.
El placer no solo es nuestro derecho en cualquier etapa de la vida; es una necesidad fisiológica y emocional que contribuye significativamente a nuestra salud integral. La menopausia no nos roba esta capacidad; más bien, nos invita a redefinirla y profundizarla.
Recuerda: el goce es parte integral de tu salud. No permitas que nadie —ni siquiera tus propias creencias limitantes— te convenza de que ya no te corresponde.